
El Efecto Cobra

La invención española tiene algo de quijotesco, de individuos asilados que logran algún artilugio destacable en medio de una evolución que acaba por fructificar en otras latitudes: Isaac Peral, De la Cierva… Y en las charlas de taberna, los ibéricos bromeamos con que nuestras contribuciones al desarrollo industrial giran en torno a artilugios tan modestos como la fregona… Pues ni eso.
“Fregonas” han habido muchas y variadas, con diversas patentes que se remontan al siglo XIX. En España el cachibache, tal y como lo conocemos, llega a partir de un diseño basado en lo que el militar español Manuel Jalón Corominas vio durante un viaje a Estados Unidos a principio de los años 50 que tenía como fin aprender las técnicas de mantenimiento de los aviones F-86. Empezó a comercializar el modelo con rodillos, una copia de lo que vió en América, su principal contribución fue la evolución que supuso el escurridor de plástico, ya en los años 60.
Un fenómeno el tal Manolo, va a investigar sobre sofisticadas tecnologías y acaba fijándose en cómo los operarios fregaban los hangares. Desde luego tenía alma de poeta.
Odesa está en medio de todo el meollo del conflicto ruso-ucraniano. Una ciudad, por cierto, fundada por Jose de Ribas, un aristócrata español que a los ventipocos años empezó a trabajar para los zares, que llegó a Almirante de las tropas rusas y que murió en medio de conspiraciones de golpes de estado.
Hoy, la principal calle de la ciudad de Odesa lleva su nombre: Deribasivska (Дерібасiвська), en ucraniano o Deribasovskaya (Дериба́совская) en ruso.
1921, norte de África, 10.000 españoles mueren en el desastre de Annual, un cúmulo de despropósitos, corrupciones, ineptitudes y desverguenza.
Más de 90 años después, en 2012, unos arqueólogos encuentran el cuerpo momificado de un soldado español. Entre las pertenencias, una carta de despedida a su novia. Era consciente de que la situación era desesperada y tenía pocas posibilidades de salir con vida:
“…Mi dulce María, nunca pensé escribir esta carta, pero lo preocupante de la situación me lleva a ello. Llevamos días atrincherados y defendiendo Monte Arruit, apenas tenemos agua y comida. Los moros nos cercan y nos hacen fuego, cada día tenemos nuevas bajas, ya sea por causa enemiga o por efecto del calor, y no tenemos medicamentos ni medios de asistencia sanitaria…”
Los arqueólogos buscaron a María, pero había muerto en 1987. Según su nieto, aunque se casó unos años después con el que sería su abuelo, nunca olvidó a su primer novio, acudía regularmente al puerto de Málaga con la esperanza de que algún barco se lo devolviera y fue enterrada con la foto que conservaba de él.
El Tribunal de Cuentas nos ha entretenido últimamente con unos cuantos titulares. Total, porque la proporción de familiares en sus filas parece un tanto sospechosa. Y, vale, llama la atención, pero no seamos demasiado cruéles con ellos, ya que no son más que víctimas de una inercia biológica a la que han sido arrastrados sin saberlo.
Estudios científicos muestran que hasta las amebas caen en la tentación del “favoritismo por parentesco” cuando la comida escasea. También las arañas, los primates, las ardillas o la avispas cometen este pecado, cosa de la evolución y sus genes egoístas.
Así que no nos pasemos con este grupo de incomprendidos funcionarios, porque seguramente se trata simplemente de unos seres que, por debilidad, por despite, quién sabe, quedaron un par de pasos atrás en la Evolución, incapaces de reprimir sus instíntos mas básicos, esos que todavía les vinculan con el entrañable reino de los protozoos.
Barbara Streisand denunció a una empresa por utilizar una fotografía aérea de su casa en una campaña de publicidad, alegando su derecho a la privacidad. Pero esta denuncia provocó que la fotografía circulase por internet, multiplicando exponencialmente su difusión. Hoy en día da nombre al efecto contraproducente de tratar de ocultar algo, el efecto Streisand. Y por cierto, ésta es la foto: